Existen dos tipos de meningitis, la viral y la bacteriana. En el caso de la meningitis bacteriana, debido a que es muy severa, necesitará tratamiento urgente e inmediato en el hospital. Los síntomas son fáciles de reconocer y muy rápidos: fiebre y escalofríos, cuello rígido (es el principal síntoma identificativo), náuseas y vómitos, cambios en el estado mental, fotofobia (sensibilidad a la luz) y un dolor de cabeza intenso. Además el paciente puede presentar síntomas a mayores como agitación, fontanelas abultadas (solo en niños o bebés), opistótonos (postura inusual en la que la cabeza y el cuello están arqueados hacia atrás), respiración rápida y disminución del estado de consciencia.
En la imagen de encima observamos a un niño en opistótonos
El médico es el encargado de diagnosticar si el enfermo tiene meningitis vírica o bacteriana median
te una punción lumbar en la que se extraerá el líquido cefalorraquídeo de la médula, que en condiciones normales presenta una coloración clara y transparente. Si se trata de una meningitis bacteriana, este líquido será turbio y en el análisis se encontrará una gran presencia de leucocitos.
En esta gráfica observamos los porcentajes que existen comparando a niñas y niños que padecen meningitis, como vemos la enfermedad se reparte por igual en ambos sexos y su riesgo disminuye a medida que el niño crece.
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