El pronóstico de la hepatitis es variable dependiendo del tipo y del daño hepático.
La hepatitis A es una de las variantes de menor gravedad. Solo el 0,1% de los casos termina en una hepatitis fulminante, el resto cura de forma espontanea dentro de los tres primeros meses.
La hepatitis B es con frecuencia benigna pero de un ligero mayor riesgo que la hepatitis A. En el 90% de los casos evoluciona sin consecuencias posteriores. En un porcentaje aproximado al 1% se desarrolla como fulminante. En un porcentaje inferior al 10% los enfermos evolucionan a la cronicidad.
La hepatitis C es la que tiene el porcentaje más alto de evolución a la cronicidad encontrándose entre el 30-70%. Ante esta tipo el objetivo principal del tratamiento es reducir la probabilidad de daño hepático y de cáncer de hígado.
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